La historia del cine peruano es la propia de nuestro país: épocas de bonanza, largos períodos de crisis de todo calibre, abandono oficial, desigual pelea por existir, un mercado que impone sus normas y no perdona, un público que castiga con su desinterés e indiferencia, más atrapado por las reglas del mercado de consumo en extremo. Hablar del cine peruano es, en buena cuenta, referirnos a solitarios esfuerzos sobrehumanos de cineastas que aman lo suyo con extrema pasión, como para no sucumbir frente a una realidad que se les presenta durísima. Si bien el Estado ha dado leyes de aparente protección para el arte del celuloide, no ha sido suficiente a juzgar por el paso del tiempo y de los resultados.
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